-.Desde aquí.-
…y en cada palabra que leo aparecen dos de las letras de tu nombre, me conformo con imaginar las calida brisa que desprende tu sonrisa, imagino tu cabello, tus manos tibias y el universo profundo de tus pupilas.
Sonrío y suspiro a la vez ante tus elocuentes repuestas, a veces cierro los ojos y en un fugaz viaje a la velocidad de la luz me desplazo a tu lado para admirarte allí sentada en mi imaginación. Sin estar dormido sueño con tenerte al menos al alcance de mis ojos para tal vez así aspirar a acercarte a mis labios y en distancias acortadas por coincidencias surgen ilusiones alguna vez fantaseadas mientras soñaba.
En esos momentos no existen silencios, solo breves parpadeos de espacios blancos en gotas de tiempo y de repente vienen otra vez nuevas promesas de que vendrán dos de las letras de tu nombre acompañando tus graciosas expresiones.
A escondidas miro las líneas de mis manos tratando de encontrar algún cambio y una señal que me diga que no estoy equivocado, que eres real, como tu nombre provisto de la capacidad de iluminar mi rostro, como tu magia jamás encontrada, descubierta o explotada.
Mientras escribo me imagino masajeando suavemente tus pequeños pies mientras jugueteas entre las sabanas blancas y lanzas besos suicidas que sortean moléculas de aire antes de estrellarse en mis labios, sueño con perderme extasiado entre tus conversaciones con tazas de café y cigarrillos mentolados, anhelo paseos de pies descalzos en arena humedecida por las olas del mar y darte las buenas noches con un beso calido en tu espalda.
…y así, a cada hasta luego, salgo a la calle tomando tu esencia de mi mano, enciendo un cigarro, levanto mi cara para mirar a la luna y le pido que una vez mas se prenda de tu ventana, para que antes del amanecer venga a contarme tus sueños.
Luis Gonzalo Hernandez Zamora