martes, marzo 15, 2005

-.Promesa de un día de invierno.-


Y de que puedo escribir si no es de recuerdos, de tardes caídas bajo el brillo de las estrellas, de amaneceres deseados bajo el olor de tu cuerpo. De que más puedo escribir si no de tu ausencia marchita, de tus besos perdidos entre mis letras.

Podría ser peor, podría no haberte tenido nunca, podría no tener tu sonrisa guardada en una hoja con tres párrafos o podría tal vez solo escribirte y no desearte, con palabras vacías o demasiado pensadas, podría ser quizás que nunca hubiera tocado tu cuerpo, que mis manos no trataran de estirar los dedos hacia ti, que jamás me hubieran temblado las piernas con tus besos, podría ser que los recuerdos que tengo de ti solo fueran como columpios vacíos moviéndose al vaivén del olvido en algún parque exiliado.

Y si me empeño en mantener vivas mis letras, ya no lo hago por ti, lo hago tal vez solo por no romper aquella promesa escrita al amanecer de un día de invierno. Aquella promesa desafiante y aduladora. Y es que me gusta estar aquí, agazapado entre las comas, a veces riéndome de la tristeza una vez sufrida, a veces llorando por las alegrías alguna vez sentidas, lo único que dejé de hacer es esperar descubrir tus ojos escondidos a la vuelta de la siguiente página, no pienso mas en ello como tampoco camino al mar a buscar botellas con mensajes tuyos.

Espero que falte mucho para que llegue el día en que me llene de ti, en que mis letras se cansen de vivir sin tu presencia y decidan dejar de dibujar canciones de madrugada, en que deje de sentirme abrazado por los lienzos de humo de mi cigarro mientras suspiro la siguiente línea.

Luis Gonzalo Hernandez Zamora