lunes, enero 10, 2005

-.Anoche te encontré dormida en mi sofá.-

Anoche, te encontré dormida en mi sofá, por más de un minuto permanecí inerte ante ti, cuando me hube recuperado un poco de la impresión, me acerque poco a poco, sin hacer ruido, me pare a tu lado, extendí mi mano y acaricie tu pelo. Acaricie tu pelo con caricias de piel, como leyéndolo, como inhalándolo, como recitándole, como cantándole.

No podía creer tenerte así, dormida, ante mi, inconsciente de mi locura, ajena a mi dedicación, tan vulnerable a mi mirar.

Me acerque un poco mas, mis dedos rozaron tímidamente tu rostro, tu piel tibia, que suerte tenerte así, hermosa, ni el más grande poeta hubiera podido imaginarte así, dormida, hermosa. Una y otra vez mis dedos vagaron por tu rostro, sin prisa, sin amanecer.

Lentamente baje mi rostro frente al tuyo, pude sentir tu respiración coqueteando con la mía, tus labios, tan en calma, tan pacientes, me invitaron a besarte, el tiempo goteaba, junte mis labios con los tuyos, como queriendo unir mi alma con tu corazón. Te besé, con los ojos cerrados, mejor que como lo había imaginado, te besé, dormida, dormida y hermosa.

Cuando abrí los ojos, me di cuenta, el que había estado dormido… era yo.



Luis Gonzalo Hernandez Zamora